..:Ya no somos los mismos:..
viernes, diciembre 29, 2006
Dos sueños, un viaje
La niña se despertó más temprano que nunca. No le importó bañarse a las 3 de la madrugada, ni dejar en casa sus decenas, cientos de juguetes a sabiendas de que pasarían solos algunas noches de Navidad. La meta era el viaje, el recorrido prometido desde hace tantos meses, y que AL FIN esa madrugada comenzaba a hacerse realidad.
La primera emoción: montarse en ese gran avión, que la llevaría a la tierra de las fantasías, que aseguran algunos, es la más feliz del mundo. Volar en ese enorme aparato, para luego saberse “en Florida=tierra de Minnie” fue para Ana Lucía una satisfacción tan grande como sus ganas de aventura.
Las cuatro horas en carro desde Miami hacia Orlando se la hicieron casi interminables, para finalmente llegar cerca, cada vez más cerca de la ansiada Disney World, la cual visitó a 24 horas luego de haber arribado a tierras anglosajonas.
Creo que nunca esperó ver tanto, ni mucho menos montarse en la montaña rusa que la “empapó” y que casi-casi le arranca una célebre lagrimita. Ella pudo con todo, y disfrutó ese día hasta que el cansancio la venció.
“La casa de Minnie mami, la casa de Minnie”, pedía a gritos conocer, y su visita representó el encuentro con un espacio soñado, que revisó y “jurungó” hasta más no poder… su sueño, al fin, entró a la casa de Minnie.
Fueron dos metas cumplidas ese primer día de paseo en estas tierras que cada vez se plena más de rostros fugados, muy parecidos al mío que han buscado nuevos horizontes en una ciudad que en estos días estaba más calurosa de lo que esperaba, haciendo que las abultadas maletas repletas de abrigos sirvieran únicamente de posaderas para bolsas, paquetes y demás compras del día.
La primera emoción: montarse en ese gran avión, que la llevaría a la tierra de las fantasías, que aseguran algunos, es la más feliz del mundo. Volar en ese enorme aparato, para luego saberse “en Florida=tierra de Minnie” fue para Ana Lucía una satisfacción tan grande como sus ganas de aventura.
Las cuatro horas en carro desde Miami hacia Orlando se la hicieron casi interminables, para finalmente llegar cerca, cada vez más cerca de la ansiada Disney World, la cual visitó a 24 horas luego de haber arribado a tierras anglosajonas.
Creo que nunca esperó ver tanto, ni mucho menos montarse en la montaña rusa que la “empapó” y que casi-casi le arranca una célebre lagrimita. Ella pudo con todo, y disfrutó ese día hasta que el cansancio la venció.
“La casa de Minnie mami, la casa de Minnie”, pedía a gritos conocer, y su visita representó el encuentro con un espacio soñado, que revisó y “jurungó” hasta más no poder… su sueño, al fin, entró a la casa de Minnie.
Fueron dos metas cumplidas ese primer día de paseo en estas tierras que cada vez se plena más de rostros fugados, muy parecidos al mío que han buscado nuevos horizontes en una ciudad que en estos días estaba más calurosa de lo que esperaba, haciendo que las abultadas maletas repletas de abrigos sirvieran únicamente de posaderas para bolsas, paquetes y demás compras del día.
Esos dos sueños: conocer al fin esa maravillosa tierra de fantasía, y ver su cara radiante de felicidad, hicieron que las colas, la madrugada, el cansancio y los dolaritos reunidos mes a mes, valieran totalmente la pena.
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