Ya mujer hecha y derecha (eso creo, jeje) hemos realizado algunos viajecillos por el país con nuestra querida hijita: paseos de vuelta a Los Andes, de vez en cuando a Caracas, Margarita y Puerto Ordaz hasta llegar a La Gran Sabana. Para mi niña y sus cinco años, estas marchas por carretera resultan más que interminables porque le parece que nunca va a llegar a su destino: Duerme, se despierta, se vuelve a dormir, despierta de nuevo y se da cuenta que sigue en carretera, así hasta que llegamos "al llegadero". La popular frase “¿cuánto falta”? es la más repetida en todo el camino.
El primer viaje hasta Puerto Ordaz para visitar a su prima significó para ella la distancia “más larga e infinita que puede existir”. Ir hasta el estado Bolívar desde Valencia, amén de ser una experiencia grata, se traduce para Lucía en la siguiente "ecuación matemática" (con el perdón de los matemáticos):
lejos/mucho = Puerto Ordaz
Así de sencillo.
“Mamá, te quiero mucho… de aquí a Puerto Ordaz….”.
***La foto corresponde a la “entrada” a la Gran Sabana, cuando se empieza a descubrir ante nuestros ojos la majestuosidad del estado Bolívar.