- Hola, ¿Por dónde vienes?
- Ya por la Av. Bolívar.
- Bueno, pues acaban de tirotear a un motobanquista diagonal aquí al diario, mosca cuando llegues que la cosa está medio alborotada afuera.
- Uyyy, qué feo.. y a mi que me encanta salir a la panadería del frente… qué va, me sale seguir con la dieta… Ya voy para allá.
- Bueno, cuidado pues.
- Hola amiga.
- Hola, ¿Cómo va tu día en sucesos?.
- Bien, aquí, lo mismo de siempre...
- Epa, ¿por casualidad sabes qué pasa en la Bolívar, pues voy manejando hacia el trabajo y me encuentro con un poco de chamos corriendo entre los carros.
- Ah,sí, los alumnos del Pedro Gual están protestando ni se por qué.
- Ummmm qué raro… bueno, ok. Gracias. Bye.Toreando uno que otro liceísta, sigo mi camino hasta el periódico. Tomo un atajo, me meto por una vía alterna, frente a la clínica Guerra Méndez… sigo pensando en el muerto, ahora con la imagen entrecruzada de los inquietos estudiantes que me miraban feo hacia el carro.
De repente, al horizonte diviso una paloma, en plena calle, sin muchas ganas de alzar su vuelo, me voy acercando ¿lentamente? Pero el avecilla ni se inmuta, hasta que, quizá motivada por el calor del asfalto decide alzar vuelo.
Muy tarde… para ella…
Un fuerte ¡PLOP! se escuchó frente al parachoques.
Lanzo una mirada –algo asustada- al retrovisor, y veo un pocotón de plumas que caían del cielo cual guerra de almohadas…
Por más que intenté, no vi más nada. Nunca supe si la paloma logró sobrevivir a ese encontronazo fuerte con mi carro, o si como el “motobanquista”, no regresó esa tarde a su casa…
Afortunadamente, tampoco me topé con alguno de esos cuerpos… ¿Suerte? No se, pero desde ayer no dejo de pensar en que los dos, a su manera, buscaron la muerte.